Corre el año de 1988 y diez
años han transcurrido desde aquella maldita noche de brujas donde Michael Myers
llevó a cabo su inútil matanza sin sentido, e increíblemente el muy infeliz aún
sobrevive después de los incinerantes acontecimientos ocurridos durante la
última película oficial de la franquicia en la cual sí apareció. Toda una
década más tarde el calido pueblo de Haddonfield se prepara para recibirlo de
vuelta en la víspera del Halloween, Myers se encuentra recluido de por vida en
alguna apestosa institución psiquiátrica, pero fue trasladado al hospital
estatal porque de pronto se sintió muy mal aunque quizá sólo haya sido la
coartada para asesinar brutalmente a sus cuidadores y luego escapar.
El doctor Sam Loomis quien
tampoco murió en aquella explosión durante la precuela más directa, sin
embargo, el rostro le quedó un poco achicharrado y además resultó lisiado de
una pierna; Loomis deberá adentrarse a través de Haddonfield con el intrincado
propósito de evitar que el más demente de todos los psicópatas lleve acabo su
estúpido ritual samhein o lo que sea que el maldito intente. Aunque en realidad
el doctor desconoce que aquel dichoso objetivo perseguido por Myers tal vez sea
sólo una chiquilla llamada Jaime Lloyd, quien es la misteriosa hija de Laurie
Strode pero fue dada en adopción debido a la supuesta muerte de sus padres.
Alrededor de dicha cinta la indumentaria de Jaime es tal como la que Michael
Myers usara aquella legendaria noche cuando asesinó a Judith Myers su imbécil
hermana mayor en 1963, sugiriendo abiertamente que hay maldad dentro de
ella maldita sea.
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