"Star Trek: La Película"
de 1979 es simplemente una continuación directa de la mítica serie original
sobre viajes estelares creación de Gene Roddenberry, luego de que fuera
cancelada en 1969 debido al repudio engendrado por algunos estúpidos episodios
raros: como aquel donde el Enterprise recoge a unos extraños hippies espaciales
quienes iban en busca del edén o aquella no tan memorable ocasión en la que el
capitán Kirk se encontró cara a cara con Abraham Lincoln. Aunque dicho filme no
fuera acompañado por el éxito quizá también haya sido un buen pretexto para
revivir la franquicia modernizando un poco las naves, los efectos especiales y
hasta a esos horribles Klingon; e inclusive producir un maravilloso nuevo tema
principal el cual más tarde sería usado por la maldita nueva generación además
de "Robotech". Asimismo se daría la primera gran reunión del elenco
original de "Star Trek" y entonces el capitán James Kirk, el oficial
Spock, el doctor Mccoy, el buen Scotty, la teniente Uhura, aquel soviético y
también el chinito Sulu volverían a vivir aventuras allá donde ningún ser
humano ha llegado antes.
Es alrededor del año 2270 y la
federación planetaria prepara cierta misión cuyo objetivo será determinar el
origen de una misteriosa e inmensa nube de energía, la cual se aproxima
velozmente hacia el tercer planeta del sistema solar destruyéndolo todo a su
paso; esta vez Kirk asumirá el mando de un Enterprise totalmente rediseñado el
cual difiere bastante de aquella maldita estética anticuada anteriormente
utilizada, e incluso cuenta con las clásicas pantallas de fondo negro adornadas
por textos verde fosforescente y focos de colores rojo, amarillo o azul. Además
de la siempre agradable presencia del oficial científico Spock ahora más
insociable que nunca, los tripulantes del Enterprise gozarán la compañía de Ilia
una teniente bastante descabellada en el sentido literal de la palabra y del
bien parecido comandante Decker a quien la calva teniente sonríe más de lo que
debería. Durante ciertos intervalos todo parece ir demasiado bien, aunque
pronto quedan atrapados por esa estúpida nube de plasma o energía cuyo interior
se parece al de una nave nodriza en plan "Independence Day".
Spock es quien tropezará con su
propia odisea espacial al intentar desplazarse entre las secciones o
compartimentos que componen dicha entidad tecnológica, donde los sensores son
inútiles y las lecturas tampoco sirven de mucho demonios; por lo tanto aquel
muy lógico Vulcano podrá observar a través de planetas y galaxias que
representan a la eternidad, entendiendo de alguna maldita manera como aquello
es simplemente una máquina viviente en busca de su creador, mientras todos
ellos tan sólo son unidades elementales de carbono fácilmente suprimibles en
caso de no recibir alguna respuesta del dichoso creador desde ese fascinante planeta.
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