jueves, 1 de septiembre de 2016

Buenos Muchachos


Desde que tengo uso de la imaginación siempre he querido escribir sobre alguien como Henry Hill, quien creció admirando a los gánsters de su distrito queriendo ser alguien en un barrio de donnadies, para él ser gángster era mejor que ser presidente de los Estados Unidos. El padre de Henry siempre estaba molesto: le molestaba ganar poco dinero, le molestaba vivir en una casa tan pequeña, incluso le molestaba tener un hijo inválido maldita sea. Así que durante su adolescencia en la década del sesenta Henry decidió abandonar la escuela y trabajar para el capo protector del vecindario Paulie Cicero, él se movía despacio sólo porque Paulie no tenía que apresurarse por nadie. Fue en esa etapa cuando conoce al legendario Jimmy Conway a quien no le importaba matar ya que para él matar era un negocio, además comienza a sentir simpatía por Tommy el sobrino desequilibrado de Jimmy, personajes que serían una constante en su vida.


Durante la década de los setenta Jimmy Conway, Tommy DeVito y Henry Hill controlaban el crimen organizado dentro del distrito, y por supuesto pagaban tributo a Paulie Cicero. Si querían algo simplemente lo tomaban, si alguien se quejaba recibía una golpiza y nunca volvía a quejarse; controlaban todo: sobornaban policías, sobornaban abogados, sobornaban jueces y todos extendían la mano, todo lo podían comprar. Sí, los gánsters eran tratados como estrellas de cine sus esposas, madres e hijos tenían bolsas llenas de joyas en la cocina y una azucarera repleta de cocaína al lado de la cama.


Algunos años más tarde, Tommy DeVito el muy desgraciado es asesinado de un tiro en la cabeza debido a una maldita venganza de la mafia, además Henry Hill es arrestado por posesión de drogas. Después de pagar su fianza y obtener la libertad bajo palabra, Henry se convierte en un soplón hijo de perra al delatar a Jimmy Conway y a Paulie Cicero para así poder entrar al programa de protección de testigos, sin embargo, pierde totalmente sus privilegios como gánster convirtiéndose en un donnadie que ordena tallarines con salsa marinara y recibe fideos en salsa de tomate.


"Buenos Muchachos" es la contraparte de cintas como "El Padrino", contrastando por su frescura y atrevimiento en comparación con lo conservadoras que pueden llegar a ser las cintas de Francis Ford Coppola. "Buenos Muchachos" es el lado opuesto de la fuerza dentro del subgénero de las películas de gánsters.

Existen muchas historias de mafiosos dentro del cine e independientemente del reparto y la producción sólo algunas logran perdurar en la memoria de los espectadores, "Buenos Muchachos" de Martin Scorsese pertenece a ese pequeño y privilegiado grupo.


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