Desde que tengo uso de la imaginación siempre he
querido escribir sobre alguien como Henry Hill, quien creció admirando a los
gánsters de su distrito queriendo ser alguien en un barrio de donnadies, para
él ser gángster era mejor que ser presidente de los Estados Unidos. El padre de
Henry siempre estaba molesto: le molestaba ganar poco dinero, le molestaba
vivir en una casa tan pequeña, incluso le molestaba tener un hijo inválido maldita sea. Así que durante
su adolescencia en la década del sesenta Henry decidió abandonar la escuela
y trabajar para el capo protector del vecindario Paulie Cicero, él se movía
despacio sólo porque Paulie no tenía que apresurarse por nadie. Fue en esa etapa cuando conoce al legendario Jimmy Conway a quien no
le importaba matar ya que para él matar era un negocio, además comienza a sentir simpatía por Tommy el sobrino desequilibrado de Jimmy, personajes que serían una constante en su
vida.
Durante la década de los setenta Jimmy Conway, Tommy DeVito y Henry Hill controlaban
el crimen organizado dentro del distrito, y por supuesto pagaban tributo a
Paulie Cicero. Si querían algo simplemente lo tomaban, si alguien se quejaba
recibía una golpiza y nunca volvía a quejarse; controlaban todo: sobornaban
policías, sobornaban abogados, sobornaban jueces y todos extendían la mano,
todo lo podían comprar. Sí, los gánsters eran tratados como estrellas de cine sus esposas, madres e hijos tenían bolsas llenas de joyas en la cocina y una
azucarera repleta de cocaína al lado de la cama.
Algunos años más tarde, Tommy DeVito el muy desgraciado es asesinado de un tiro en la cabeza debido a una maldita venganza de la mafia, además Henry Hill es arrestado por posesión de drogas.
Después de pagar su fianza y obtener la libertad bajo palabra, Henry se
convierte en un soplón hijo de perra al delatar a
Jimmy Conway y a Paulie Cicero para así poder entrar al programa de protección
de testigos, sin embargo, pierde totalmente sus privilegios como gánster convirtiéndose en
un donnadie que ordena tallarines con salsa marinara y recibe fideos en salsa
de tomate.
Existen muchas historias de mafiosos dentro del cine e independientemente del reparto y la producción sólo algunas logran perdurar en la memoria de los espectadores, "Buenos Muchachos" de Martin Scorsese pertenece a ese pequeño y privilegiado grupo.
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