El Amanecer de los Muertos

En 1968 George A. Romero nos dio "La Noche de los Muertos Vivientes" y se convirtió en la película de horror definitiva de su época, diez años más tarde Romero lanzaría "El Amanecer de los Muertos", la más impactante y controversial película de zombis de todos los tiempos. La banda sonora fue compuesta y musicalizada por el grupo de rock progresivo Goblin que siempre está bien en una película de terror; y Tom Savini el gran maestro de los efectos especiales colaboró con sangre y entrañas desparramadas, aunque también interpreta un pequeño papel durante unos minutos del filme.

Cuando no quede más lugar en el infierno los muertos caminarán entre nosotros. Una plaga de origen desconocido que convierte a los seres humanos en zombis hambrientos de carne fresca se expande por el mundo, convirtiendo en una carnicería a cada maldito lugar en el que se propaga.

Ante la intensa necesidad de escapar a la masacre zombi, un grupo de personas se refugia en un centro comercial abandonado. Al principio aquel centro estaba repleto de muertos vivientes, pero después serían expulsados hacia el estacionamiento; atrayendo la atención de una salvaje pandilla de motociclistas saqueadores quienes intentan apoderarse del lugar, no sin antes asesinar a las personas que allí se refugian y destruir todo a su paso maldita sea. Sin embargo, aquello se convierte en un festín de sangre y destripamiento, cuando una cantidad numerosa de zombis vuelve a ingresar al centro comercial; los pocos que sobreviven deben escapar sin un rumbo fijo, tal vez hacia ninguna parte.                                                                                                                                   

Personas que después de fallecidas manifiestan impulsos consumistas, regresando como muertos vivientes al centro comercial. Por medio de estos zombis consumistas el director George A. Romero realiza una crítica hacia el consumismo desmedido en las sociedades capitalistas; ya que los seres humanos somos como zombis que acuden a las tiendas en base a impulsos primitivos, entregándonos al consumismo desmedido para así poder llenar el vacío que existe en nuestras vidas.